El curiosos caso de la inteligencia artificial
El vehículo sin piloto iba viento en popa. Ninguno de los tres ocupantes parecía albergar dudas sobre la fiabilidad del coche. No solo había sido sobradamente testado, es que estaba equipado por un sistema puntero conectado a la red que se iba actualizando en tiempo real. Un coche ultra moderno, inteligente, ecológico, confortable, responsivo a los deseos de los pasajeros… Más no se podía pedir. Las maravillas de la inteligencia artificial no acababan ahí. El vehículo daba conversación a sus ocupantes. Atrás habían quedado los prototipos que ejecutaban tareas básicas con comando vocal. Este modelo, todavía no comercializado, era prácticamente el cuarto interlocutor. No solo disponía de un creciente repertorio de chistes graciosos, anécdotas picantes, información privilegiada, sino que maleaba esa materia en función del estado de ánimo de sus tres interlocutores, deducido de sus expresiones faciales, escaneadas sin interrupción. En resumen, el sistema sabía mucho, y no paraba de apren